Amistad



Llevo unos días dándole vueltas a qué publicar fuera de las reseñas, y por varios motivos he decidido animarme con una nueva reflexión.

Quiero hablaros de qué es para mi la amistad. Mucha gente cree que se basa en que las dos personas se lleven bien y que les gusten las mismas cosas, pero yo creo que es mucho más que eso. De hecho, por experiencia, sé que la amistad no tiene por qué darse entre dos personas con personalidades y gustos similares, sino que muchas veces las amistades más fuertes y duraderas surgen entre polos opuestos.

Obviamente hay que tener en cuenta que cada relación de amistad es totalmente diferente a las demás. Yo por ejemplo tengo amigas que entre ellas no se parecen en nada, y conmigo también tienen sus diferencias, pero sin embargo el lazo de unión entre nosotras es muy fuerte en ambos casos.

Soy un tipo de persona que no cree que sea necesario tener muchos amigos. Prefiero tener pocos pero saber que son de verdad a tener infinidad de ellos pero darme cuenta con los años que a pesar de ser su amiga, ellos no son los míos. No sé si me explico, la amistad a veces no va en las dos direcciones, o al menos no con la misma intensidad.

A lo largo de mi vida, como es lógico, me he juntado con muchísima gente (en el cole, la uni, el trabajo...) y a muchos de ellos les he considerado amigos en algún momento. Hoy en día puedo contar a mis amigos con los dedos de las manos, y os aseguro que alguno me sobra (algún dedo, los amigos no). He aprendido a valorar más la calidad que la cantidad.


Os voy a contar un poquito de mi historia:

En el cole teníamos un grupo de amigas lo suficientemente grande para que se formaran pequeños grupitos dentro del mismo, y aunque íbamos todas juntas, al final siempre hablábamos más con unas que con otras. De aquel grupo mantengo relación con muy poquitas, al fin y al cabo han pasado más de 10 años desde que salimos del colegio. Con las que sí mantengo relación, a pesar de no ser la típica amistad de quedar cada semana o ni tan siquiera hablar cada semana, sé que puedo contar con ellas si las necesito, y ellas conmigo también.

En cuanto a la uni... bueno, ya éramos pocos en clase (empezamos 15 y al final los que nos quedamos hasta el final fuimos unos 7 u 8). En esos años consideraba mi mejor amiga a una compañera de clase que un par de años después de terminar la universidad me demostró que ella no era amiga mía aunque yo sí lo fuera de ella. Era una mala influencia la vieses por donde la vieses, y aunque yo no caí en esas cosas (salir de fiesta casi a diario, beberse hasta el agua de los floreros, liarla parda cada día y tener conductas poco sanas y educadas incluso con su propia familia) sí que me afectó y durante esos años no lo vi claro, hasta que me puse a pensar en las cosas que había hecho por ella y las que había hecho ella por mi... y vi la diferencia. Mientras yo intentaba ayudarla con sus problemas sentimentales, escucharla cuando lo necesitase, acompañarla a donde fuera necesario... ella me escuchaba lo suficiente como para hacer que mi problema en cuestión no fuera nada comparado al que ella tenía en ese momento del día. Y eso para empezar.

Esa fue la primera relación tóxica de la que me di cuenta.

Después me junté con el grupo de amigos de uno de mis primos. Eran casi todo chicos, pero era el grupo de personas más compatibles conmigo que había conocido (al menos en ese momento). Me lo pasaba genial con ellos, íbamos a tomar café, a contarnos nuestras cosas, alguna vez de fiesta... pero como todas las cosas, algo cambia (la vida, básicamente) y aunque les tengo muchísimo cariño (a casi todos), ya no mantengo mucha relación con ellos. Eso sí, sé que cualquier día les digo de tomar un café y ahí van a estar casi todos para ponernos al día.

En el trabajo me pasó algo muy parecido. Cada fin de semana trabajaba con un grupo diferente de gente, pero en general nos llevamos muy bien. Con unos cuantos mantengo la comunicación, pero no son amigos íntimos. Lo que sí me dio ese trabajo es a mi mejor amigo, mi chico. Pero de él ya hablaremos otro día si queréis.

A mis mejores amigas las he conocido en diferentes situaciones y aunque no se conocen entre ellas (alguna sí) sé que en el momento en que las presente se van a adorar. Bueno, la intensidad de una de ellas en concreto puede agobiar un poco al principio, pero se le acaba cogiendo cariño.


Con todo esto, sólo quiero que veáis que a lo largo de la vida y a medida que pasamos por diferentes momentos, nuestras amistades (al igual que nosotros) van cambiando. Y no es algo malo. De hecho, creo que para aprender sobre nosotros mismos son experiencias totalmente sanas. Incluso de la peor relación de amistad puedes aprender algo. Obviamente siempre que no se llegue a unos extremos que superan incluso los de cualquier tipo de relación tóxica.

Hay que aprender a quedarse con lo bueno, con lo que te ayuda a crecer como persona y a disfrutar de la vida. Todo lo que se salga de esa casilla está de sobra, y quien te intente hacer salir de ella sin que tú lo quieras, también.

Quered a vuestros amigos, pero primero quereos a vosotros mismos.



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